Érase una vez...
... la moda
Érase una vez la moda era arte. Los desfiles de moda eran auténticas performances, y los modelos que se presentaban no eran aptos para todos los gustos. De hecho era habitual oír a nuestras madres exclamar mirando a la pantalla de la televisión “¡¿pero quién se va a poner eso?!” Era realmente divertido. Los diseñadores provocaban.


La dinámica del mundo de la moda era ligeramente diferente de la que existe hoy en día: los diseñadores no trabajaban para una marca, ellos eran la marca. No existían agencias de coolhunters imponiendo las tendencias que veríamos en los desfiles. Cada diseñador era libre, y como resultado la moda era variopinta, creativa, distinta y sobre todo…
estimulante.



Existían de verdad las tribus urbanas. Podías elegir ser hippy, mood, rocker, gótico, o simplemente, pijo, y distinguirte de todas las demás tribus. Eran la clara representación de la moda como vehículo de integración social.


Como era natural, el mundo quería más. Cuantas más novedades, más ventas, y los diseñadores pasaron de 2 colecciones al año, a 4, y hasta 10. Son muchos los que dijeron estar exhaustos, y pese a todo, el sector siguió aumentando el ritmo.
Diseña-produce-vende-repite, fue el mantra que repitió la industria de la moda cada vez más rápido. Tan rápido, tan rápido, que se acuñó un nuevo término para definirla: fast fashion. Y pese a ir cada vez más rápido, la moda se volvió cada vez menos estimulante. Vestirse se convirtió en un problema, sabiendo que la ropa venía de China, y se veía cada vez más barata. Los colores que antes conformaban la industria parecieron mezclarse y diluírse, pues cada vez todo era más uniforme y apagado.
Es posible que hayas llegado hasta aquí y estés empezando a temer que no hay final feliz. O que esto te parezca que va a ser un tostón (hala! ya está, sí, otra más quejándose de que Zara fabrica en China) No voy por ahí, de veras. No me voy a quejar de esta realidad: para mí no es más que el contexto. No te olvides de que en esta historia la protagonista es la moda. Y esta es la historia de como la moda se volverá sostenible.
El problema es que aún no he podido escribir el final. Me quedan muchos capítulos en los que la industria de la moda se corrige, se vuelve slow, sigue siendo gris o beige pero va cogiendo tonalidades verdes (y no solo con greenwashing). Si quieres ver como sucede y ser parte de la historia… léeme.