Si perteneces a mi generación (o sea, eres un millenial) el título te sonará a la típica cancioncita del anuncio del Corte Inglés, que siempre sonaba por estas fechas. Para mí, que soy y siempre he sido una empollona, ese es casi un himno de felicidad: me encantaba esta época del año, porque significaba volver a la seguridad de la escuela, a ver a mis amigas que se habían ido a la aldea, y que el mundo se volviese en colores más oscuros. Sí, ya sé: muchas de las que me leéis no os podréis sentir identificadas conmigo, sobre todo si estáis contando atardeceres y la cuenta atrás para el verano desde que empieza el otoño (mis mejores amigas integran ese grupo). También he de decir que mi cumpleaños cae en octubre, y quizás también por eso adoro esta época del año.
Y bien, ¿qué tiene todo esto que ver con la moda? Que es también época de estrenar. De que a nuestros padres les quedara la tarjeta de crédito temblando tras comprar libros, libretas y uniformes. Y de que yo mirase con añoranza todos los estuches de bolis de colores en las papelerías. Bueno, mi familia no era rica, así que solo compraban lo necesario: ¡nada de millones de bolis de colores que no tenían verdadera utilidad! Y por la misma razón, yo no estrenaba tanto: si podía heredar libros, los heredaba, y lo mismo con la ropa. Era la pequeña de la casa (mi hermana me lleva ocho años, y mis primas cinco y dos años), así que heredaba mucha ropa. ¿Tenía algún inconveniente? En absoluto. A mí me hacía la misma ilusión. Cuando mi madre llegaba con alguna bolsa enorme cargada de ropa de mis primas hasta arriba era como recibir un sobre sorpresa gigante: no sabías qué había dentro, pero algo ibas a estrenar. Sí, para mí ponerme esa ropa por primera vez era estrenar, aunque ya se la hubieran puesto otros antes.
Sé que al igual que yo, muchas niñas se ponían la ropa que le había quedado pequeña a sus hermanas o primas: mis vecinas, mis compañeras del cole… era lo normal en mi entorno. Hasta que nos hicimos mayores (bueno, mayores no, hasta que cumplimos los 16, que seguíamos siendo unas crías pero más altas). Entonces toda la ropa era nueva. No había (al menos en Vigo) tiendas de segunda mano, apenas había ni siquiera rastros. Y si alguien osaba llevar ropa de segunda mano, lo veían mal: o era pobre o un pordiosero.
Yo ni siquiera pensaba en ello. Mi madre me compraba la ropa, y cuando no me servía la llevaba a la iglesia, y el proceso era casi transparente para mí. Hasta que empecé a ganar mi dinero, y comprar mi ropa: pasé de apañarme con armario minúsculo (de un metro de ancho, como mucho) a necesitar uno de tres puertas cuando estaba en la universidad (oh là là!). Me gustaba la moda, muchísimo. No vestía bien, para nada. Me encantaba la estética punk y gótica, pero también vestir como mis amigas y de vez en cuando me ponía pijina. Era una forma de expresión. Por aquel entonces hice mi primer viaje a Londres, y empecé a valorar la segunda mano. En Candem (que ya no es lo que era) había tiendas especializadas en bolsos y prendas icónicas y había auténticas joyas. Todo muy vintage, y de aquellas ni siquiera lo llamábamos así. Unos años después me mudé allí, pero por suerte o por desgracia en mi maleta de 20 kilos no cabía el contenido de mi armario de tres puertas. Y como allí yo era pobre como una rata tampoco podía comprar más ropa. En definitiva, cuando regresé a España me sobraba mucha de la ropa que había dejado aquí: saqué 30 bolsas de ropa de mi armario. Sabía donde dejarlas (además de la iglesia, ya habían llegado aquí los contenedores de Humana), pero me dio que pensar: estaba deshaciéndome de kilos y kilos de ropa, de baja calidad, que había dejado atrás por inútil o porque me quedaba mal o porque era fea, y estaba convencida de que mucha iba a acabar en la basura. Si me hubiese molestado en comprar ropa mejor, seguramente habría gastado más en cada prenda, y tendría menos, y no me desharía de ellas con tanta facilidad y de hacerlo, sería menos probable que acabase en la basura.
Tengo la certeza de que, esta vez sí, muchas os sentiréis identificadas. Lo sé porque conozco a gente que trabaja en Caritas o en Emaús que me han contado que a menudo les llega ropa nueva con etiquetas. Y que la cantidad de ropa que les llega es tan enorme que se ven desbordados para gestionarla. Y de hecho, Cáritas ha acabado por crear las tiendas de Koopera, para darle una segunda vida a la ropa, porque sólo con donaciones no pueden deshacerse de todas las prendas que les llegan. En este punto muchos me responden desconfiados: ¿seguro que es que no quieren más dinero para la iglesia? Seguro. Además de tener motivos para confiar en su labor, os diré que hay ropa en este mundo como para vestir 20 veces a la población de este planeta. En realidad hay más: se producen 150.000 millones de prendas al año y este planeta lo habitamos 7000 millones de personas. Es decir, que cada año se producen 20 veces más prendas que personas habitan el planeta. Así que evidentemente, sobra ropa nueva.
La industria de la moda debería echar el freno, o ponerse a producir de otra forma. Creo personalmente, que el mayor reto al que se enfrentarán las empresas en el futuro es el del reciclaje de fibras y tejidos. Pero mientras tanto, como consumidores, podemos hacer algo para sentirnos mejor con nosotros mismos y con el contenido de nuestro armario: aceptar la ropa de segunda mano. Comprarla y utilizarla como cuando heredábamos ropa de nuestras hermanas. Por suerte hoy hay muchos canales que permiten la compra venta de ropa de segunda mano, y si una prenda fue querida por alguien, ¿por qué no puedes quererla tú? No es de pobres (una prenda de marca de segunda mano puede ser tanto o más cara que una prenda nueva de Zara) ni es anti-higiénico, o al menos no más que dormir en la cama de un hotel en la que han dormido, babeado y sudado miles de personas, y nadie tiene inconveniente en eso, ¿no?
No os voy a contar en este post cómo comprar ropa de segunda mano. Eso queda para otro porque si no sería muy largo: os tengo que dar consejos para acertar, y deciros todos los canales que podéis utilizar (no sólo Vinted y Wallapop, hay tiendas muy específicas y de todos los niveles). Así que si queréis estar al tanto, subscribíos y os llegará una notificación en breves.
Como siempre, espero que os haya gustado. Sentiros libres de comentar y preguntar lo que queráis.